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Por José Ignacio Wert 18/07/2022 – 05:00

El Metropólis ha tenido varios usos en su siglo largo de vida, pero siempre ha sido un símbolo de la capital. La construcción comenzó en 1907 y la inauguración fue en 1911
El edificio de Metrópolis de Madrid. (REUTERS Sergio Pérez)

Se llama edificio Metrópolis porque albergaba a una compañía de seguros del mismo nombre, pero no siempre fue así. De hecho, el que quizá sea el edificio del siglo XX más fotografiado de Madrid, empezó acogiendo a otra aseguradora, La Unión y el Fénix. El cambio tuvo lugar hace justo 50 años y la hemeroteca de ABC muestra una imagen muy curiosa datada en octubre de 1977. En ella se ve cómo, durante unas horas, estuvieron apoyadas en la acera de la Gran Vía dos estatuas. Tanto la saliente, el Ave Fénix que hoy corona el edificio de la Muta Madrileña, como la entrante, la Victoria Alada que se eleva sobre la cúpula de pizarra que es uno de los signos más característicos del Metrópolis.

L’origine française de ses architectes se traduit par une certaine influence parisienne


La construcción comenzó en 1907 y la inauguración tuvo lugar en 1911. Durante una década, hasta la aparición del Palacio de la Prensa, fue el más alto de Madrid. El arquitecto Ramón Andrada, que forma parte de la Comisión de Patrimonio de Madrid, hace hincapié en que surge de la convocatoria de un concurso. Ahora han caído en desuso, para disgusto del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. El proyecto ganador fue el de los arquitectos franceses Jules y Raymond Février, que acabó de ejecutar el español Luis Esteve. “Está muy bien proyectado y construido”, indica Andrada. “Los arquitectos tenían una formación académica muy buena, se nota que dominaban los órdenes clásicos”. La fachada es una mezcla de estilos que da un resultado muy ecléctico en el que se aprecia una ejecución “de primera calidad” por parte de la mano de obra artesana que tomó parte en la construcción. El origen francés de sus arquitectos se traduce en una cierta influencia parisina.

Il n’y a pas de panorama ou de carte postale de Madrid qui ne l’inclue pas

Casi podría decirse que no hay panorámica ni postal de Madrid que no lo recoja. Es un edificio que responde a lo que antes se conocía como “emblemático” y ahora se dice “icónico”. Sitúa la capital tanto como la Puerta de Alcalá o la Cibeles. Cabe preguntarse qué parte del mérito es suyo y qué parte del emplazamiento. ¿Está llamada cualquier edificación que se erija en la unión de la calle Alcalá con el principio de la Gran Vía a convertirse en símbolo? (Aunque parezca que Gran Vía calle arranque con el Metrópolis, lo cierto es que su número uno es el edificio de al lado, el Grassy).

En estos casos, Andrada afirma que un edificio tiene que estar a la altura del punto en el que se ubica. Madrid está lleno, dice, de ejemplos muy buenos en zonas donde apenas lucen mientras que otros puntos más destacados piden a gritos un edificio de primer nivel que allí sólo brilla por su ausencia. Nunca sabremos si cualquier otro caso, ese punto sería objeto de tantas fotos, multiplicadas ahora con el auge de Instagram, preferiblemente a través de uno de los arcos de la Puerta de Alcalá.

Lleva un tiempo hacer inventario de todas las figuras escultóricas que ofrece a los ojos del paseante. Uno de los conjuntos, en mármol, es de Mariano Benlliure (la familia, la protección contra el fuego y la ayuda al mundo laboral). Otro de los grandes interrogantes es cuánta de su personalidad se debe a la cúpula de pizarra. “Totalmente parisina en sus materiales y revestimientos”, apunta Rafael Andrada. Una estructura, por cierto, meramente decorativa, ya que es totalmente hueca. Dicen que los detalles dorados relucen especialmente con el sol. Pero uno de los puntos fuertes del Metrópolis es la imagen imponente que ofrece con la iluminación nocturna.

2019 ofreció una buena ocasión de visitarlo por dentro. Fue con motivo de la subasta de la mayor parte de sus muebles. El Metrópolis se vaciaba de su pasado porque encara un nuevo futuro en forma de hotel. Andrada considera positivo que sea un uso que permita que sea disfrutado por el público, que puede acceder sin necesidad de estar alojado. Subraya que estamos ante lo que se denomina “edificio singular”, que equivale al máximo grado de protección que ofrece el Ayuntamiento.

capture d’écran | elconfidencial.com

Celebra que esta fórmula permita preservar los elementos arquitectónicos –que se pueden restaurar, pero no modificar- al tiempo que se pueden reformular sus usos, algo que para Andrada equivale a garantizar la supervivencia de las edificaciones, que estarían, de alguna manera, obligadas a adaptarse a las exigencias cambiantes en el ritmo de vida de la ciudad. “Una protección muy drástica mata a los edificios difíciles de adaptar”. No todos los edificios, reconoce, son aptos para todo tipo de fines.

Sus bajos acogían Dólar, una cafetería que aún hoy se recuerda en blogs de Internet e hilos de Twitter. Posteriormente dieron cobijo a una sucursal del Santander. Los usos varían pero Metrópolis permanece. Aunque cambie de estatua de vez en cuando

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