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Páez-Camino Arias Feliciano. ¿Repúblicas hermanas? Influencias del modelo político francés en la España de los años treinta. In: Mélanges de la Casa de Velázquez. Tome 30-3, 1994. Epoque contemporaine. pp. 95-112. doi : 10.3406/casa.1994.2713. url : /web/revues/home/prescript/article/casa_0076-230x_1994_num_30_3_2713


Plan
  • Instituciones políticas y paralelismos históricos
  • Conexiones francesas de la derecha autoritaria española
  • La polifacética influencia del radicalismo
  • Los paralelismos en la izquierda obrera
  • Influencias culturales e intercambio desigual

 

« Si la Repûblica espanola no logra cristalizar en el tipo de una repûblica semejante a la de Francia, no subsistirâ » escribia el conde de Romanones en 1931, poco después de la proclamation de la Segunda Repûblica en Espana. La referenda positiva a la Tercera Repûblica francesa para indicar la senda que debia seguir la Repûblica espanola, o para lamentar el contraste entre el supuesto sectarismo de esta y la capacidad integradora de aquélla, tue bastante frecuente en los primeros tiempos del nuevo régimen espanol, sobre todo entre quienes esperaban que el cambio de las instituciones politicas no llevara consigo grandes transformaciones sociales.

En realidad, esta vision de la Repûblica francesa como ejemplo de moderaciôn y de tino no dejaba de ser un recurso dialéctico de circunstancias, ya que, para la gran mayoria de la derecha hispana, la Repûblica francesa habia sido, al menos hasta 1918, una de las encarnaciones mas relevantes de los maies modernos que convenia mantener alejados del solar patrio. Tampoco se mostrô la derecha espanola muy dispuesta a aceptar que ciertas obras ya consolidadas de la Repûblica francesa, senaladamente en el terreno de la aconfesionalidad del Estado y la laicizaciôn social, tuvieran su paralelo en la Espana republicana. Pero ni ello ni la acreditada francofobia de buena parte de la derecha impidieron que esta echara a veces mano del ejemplo francés para criticar el rumbo izquierdista que parecia ir tomando la Repûblica espanola.

Ésa no es mas que una de las muchas manifestaciones – y cierto que no de las menos paradôjicas – que tuvo la gravitaciôn ideolôgica y politica de la Tercera Repûblica francesa sobre la Segunda Repûblica espanola. Francia constituyô un arsenal de referencias histôricas, nada univocas, para el debate politico espanol. Y Francia fue también el prioritario punto de referencia exterior para una amplia gama de posiciones ideolôgicas espaiiolas que, desde los monârquicos antiliberales de Acciôn Espanola hasta los comunistas y asimilados de la Asociaciôn de Escritores y Artistas Revolucionarios, tuvieron présente el ejemplo francés hasta en el momento de escoger el nombre con el que designarse.

Entre médias de esos dos extremos quedan la derecha catolica posibilista, que concibiô una particular forma de ralliement; los republicanos conservadores y el ala derecha del radicalismo, que pensaban con gusto en la formula gubernamental de la concentraciôn o de la union nationale; los radicales socialistas, que se sentian herederos genuinos de la Revoluciôn -que, por definiciôn, es la Francesa- y auspiciadores de un équivalente al cartel de izquierdas; y los socialistas, que tenian en sintonia con Francia tanto la doctrina tradicional como las perplejidades y divisiones del présente. . . Naturalmente, no es que toda la vida politica de la Repûblica espanola quepa en las pautas francesas, pero si ocurre que una comparaciôn sistemâtica con lo que cabria denominar el modelo francés révéla mas puntos de contacto que los que se advierten comûnmente desde una vision particularista de la situaciôn espanola.

INSTITUCIONES POLÎTICAS Y PARALELISMOS HISTÔRICOS .

En el proceso de creaciôn de las instituciones republicanas espanolas, la referencia a las instituciones francesas apareciô en ocasiones como argumento de autoridad. A veces lo esgrimian quienes, en principio, parecian mas alejados de la francofilia; y lo hacian para defender sus puntos de vista frente a quienes estaban situados en un terreno mas proximo a Francia. Ocurriô asi, por ejemplo, con Alcalâ-Zamora que, en el debate constituyente, defendiô fogosamente el establecimiento de un Senado y fundamentô buena parte de su argumentaciôn en el ejemplo francés:

El ejemplo histôrico, cercano, impresionante, contemporâneo, lo tomo yo del pais cuya legislation y cuyas tendencias vienen siendo la norma orientadora prédominante de nuestro Derecho, cuya tradition revolucionaria y cuya modelaciôn republicana es- tân grabadas en el aima de todos los radicales y de los socialistas espanoles; el ejemplo es Francia.

Asi iniciaba Alcalâ-Zamora su larga referencia a Francia en el discurso que pronunciô ante las Cortes Constituy entes el 27 de octubre de 1931. Un mes antes, en el transcurso de una entrevista con el embajador francés en Madrid Jean Herbette, Alcalâ-Zamora se habia mostrado persuadido de que la instituciôn del Senado séria votada por amplia mayoria, y a ello habrian contribuido – segun el parecer de Alcalâ-Zamora recogido por Herbette — «les déclarations fort écoutées qu ‘ont faites des parlementaires français de gauches, durant leurs séjours à Madrid» .

Cuando, pesé al parecer de Alcalâ-Zamora, las Constituyentes se pronunciaron en contra de la existencia del Senado, Herbette no se sorprendiô ya que entendia que el paralelismo con Francia habria sido mas formai que real. Segûn el embajador francés, habia, para abonar el unicameralismo espanol, una razôn de fondo, que él enunciaba recurriendo a una opinion a la que conferia no poca autoridad: «dans le personnel politique actuel de la République espagnole, « il n ‘y a pas de catégorie sénatoriale « , comme me le disait dernièrement M. Azana lui-même».

En varias ocasiones hizo Alcalâ-Zamora gala, sobre todo ante el embajador francés, de sus detallados conocimientos sobre las instituciones de la Tercera Repûblica francesa y sobre los entresijos histôricos del nacimiento de ese régimen. Y no se privaba de recurrir a ellos para amparar sus propios puntos de vista. Ya prôxima la promulgation de la Constituciôn, las pûblicas disconformidades de Alcalâ-Zamora con varios aspectos del contenido de esta parecian ser un inconveniente para su acceso a la Presidencia de la Repûblica. No lo pensaba asi el interesado, y Azana anotô en su diario, el 30 de octubre de 1931, que Alcalâ- Zamora le habia dicho que su propia actitud revisionista hacia la Constituciôn no debia ser obstâculo para su candidatura a la Presidencia, «y me cita el caso de que en Francia Grévy, que no votô la Constituciôn, fue Présidente».

Mas adelante surgieron también abundantes referencias a Francia con ocasiôn de la discusiôn parlamentaria, a finales de febrero y comienzos de marzo de 1933, del proyecto de ley de Confesiones y Congregaciones religiosas. Alusiones al ejemplo francés hizo el ministro de Justicia, el radical-socialista Âlvaro de Albornoz. Pero no fueron menos numerosas las del canônigo tradicionalista vasco Antonio Pildain, que en su intervenciôn, en oposiciôn al proyecto, citô pro domo sua textos de Ferry, Gambetta, Herriot y Jaurès, entre otros. También participé en el debate la socialista Margarita Nelken para, tras una

ferviente evocation de Paris, afirmar, en relation con la intervention de Pildain, que «en Francia se ha podido y se puede ser hoy muy tolérante, porque se empezô por ser de otro modo muy distinto».

Algunas referencias se remontaban a los convulsos inicios de la Tercera Repûblica francesa. En la sesiôn de Cortes del 5 de noviembre de 1934, en la que se debatieron los recientes acontecimientos de octubre en Asturias, Melquiades Alvarez, que era diputado por Oviedo, evocô la actitud de Thiers ante la Commune, en busca de legitimidad histôrica para la represiôn; en esa misma linea, si bien con mas contundencia, se expresô también José Calvo Sotelo. Tampoco faltaron, por otra parte, periôdicos franceses dispuestos a ver una «réédition de la Commune» en diversos acontecimientos espanoles y, desde luego, en los de octubre de 1934.

En punto a comparaciones histôricas, se advirtieron asimismo paralelismos entre la Francia de 1848 y la Espana de 1931. Los comentô el embajador Herbette en algunos de sus despachos a Paris; y ya en el mismo ano 1931 el comunista heterodoxo Andrés Nin escribiô, que «la revolution francesa de 1848 es una de las mas aleccionadoras por los puntos de contacto que, en sus rasgos fondamentales, tiene con la espanola»6. A veces las comparaciones se retrotraian a la primera Revoluciôn Francesa: aparté del paralelismo que, en 1932 y 1933, alguna prensa de extrema derecha francesa procuré, con mas empeno que acierto, establecer entre Azana y Robespierre, se pueden encontrar, en un terreno ideolôgico bien distinto, metâforas histôrico-geogrâficas cuyo sentido también se remonta a la época de la Revoluciôn: «les provinces basques, véritable Vendée espagnole…» escribian unos visitantes socialistas franceses a finales de 1932.

En ocasiones, las referencias a Francia fueron claramente negativas. Pero ello ocurriô sobre todo cuando la consideraciôn de la Repûblica, y de la influencia francesa sobre ella, se hicieron tras el trauma del derrumbamiento de ambos regimenes. «Viejo achaque – y casi siempre con dano – fue la copia en Espana de las instituciones y cosas francesas» escribe Manuel Portela Valladares en agosto de 19428. Un ejemplo particularmente âspero se halla en las memorias de Manuel Tagûena:

El regimen parlamentario con partidos multiples se ensayaba de nuevo en Espana cuando, anticuado y estéril, habia fracasado en muchas partes y conducia al pais que lo habia desarrollado, Francia, a la mayor catastrofe y humillaciôn de su historia9.

CONEXIONES FRANCESAS DE LA DERECHA AUTORITARIA ESPANOLA

Desde mediados del siglo XVIII, con la popularizaciôn de las ideas ilustradas y con la Revoluciôn, la influencia francesa en Espana se asociaba, en general, a las actitudes innovadoras y a las audacias sociales. Tal identificaciôn de lo francés con lo progresista estaba parcialmente en contradiccion con los vaivenes de la historia de Francia en el siglo XIX y con el hecho de que los reaccionarios espanoles solian beber en fuentes ideologicas francesas con no menos asiduidad y provecho que sus adversarios ideolôgicos10. Por muy poblada de francôfilos que estuviera la anti Espana – segun la definian los pontifices de la ortodoxia hispana -, no por ello dejaba de ser un trasunto de l ‘anti-France, cuya existencia proclamé Charles Maurras.

Maurras y su Action Française constituyeron precisamente el caso de mas neta influencia francesa en un sector ideolôgico de la Espana de los afios treinta. En diciembre de 1931 apareciô la revista Àcciôn Espanola como expresiôn de un grupo de monârquicos de extrema derecha que se declaraban enemigos irréconciliables de la Repûblica y de la democracia, y propugnaban el establecimiento de una Monarquia corporativa y tradicional, ajena a toda inclinaciôn liberal. Constituyeron uno de los focos de mas activa elaboraciôn ideolôgica de cuantos poblaron la derecha espanola en el periodo republicano y fueron luego fecundos abastecedores, en recursos ideolôgicos y humanos, del régimen establecido por la guerra civil.

Siguiendo la tradiciôn de los casticistas espanoles, Acciôn Espanola asumiô abundantes y di versas influencias extranjeras, pero entre ellas la de Maurras fue déterminante . De los colaboradores extranjeros présentes en las paginas de Acciôn Espanola, el grupo vinculado a Action Française fue el mas nutrido y figuraron en él historiadores tradicionalistas que, como Louis Bertrand y Pierre Gaxotte, contribuyeron a la concepciôn y difusiôn de los mitos histôricos impériales espanoles y proporcionaron un bagaje a Ramiro de Maeztu. (personalmente menos vinculado a Action Française que la mayor parte de los miembros de Acciôn Espanola) para la elaboration de su concepto de hispanidad . Ademâs, la revista Acciôn Espanola no solo inspiré su nombre en Action Française sino que copié su formato de otra publicaciôn francesa: la Revue Universelle.

La influencia maurrasiana se ejerciô también, directamente, sobre el que llegaria a ser el mas combativo diligente de la extrema derecha monârquica, José Calvo Sotelo. Durante su exilio en Francia, entre febrero de 1932 y mayo de 1934, Calvo Sotelo se familiarize con los argumentos y el tono politico de Action Française, lo que dio un impulso a la radicalizaciôn antidemocrâtica del politico espanol13. Este evocô en alguna ocasiôn el supuesto paralelismo existente entre la actitud de Acciôn Espanola con respecto a la Repûblica y la que muchos intelectuales franceses habian adoptado, sesenta anos atrâs, frente a la Commune y, parte de ellos, en oposiciôn también a la naciente Repûblica francesa. De hecho, la bûsqueda de ensenanzas, o de argumentos, en la historia de la Tercera Repûblica francesa, y en la relaciôn que con ella mantemai Action Française, fue frecuente en las filas de Acciôn Espanola. El caso mas destacado fue el del anâlisis, realizado por el emprendedor miembro de Acciôn Espanola Eugenio Vegas Latapie, del proceso de incorporation de los catôlicos franceses a la vida politica de la Tercera Repûblica verificado, con anuencia del papa Leôn XIII, a comienzos del ultimo decenio del siglo XIX. El estudio de Vegas Latapie, del que se desprendia una muy sombria vision de ese ralliement de los catôlicos a la Repûblica14, se inscribia claramente en la polémica existente en el seno de la derecha catôlica espanola entre los antirrepublicanos a ultranza, representados por Acciôn Espanola, y los que se integraban en Acciôn Popular de Gil-Robles, que – apoyada por el diario El Debate de Angel Herrera – propugnaba una actitud accidentalista en cuanto a la forma de Estado.

De todos modos, la comûn devociôn a la Iglesia de Roma y a Action Française no dejaba de presentar algunos problemas para Acciôn Espanola en el terreno de la ortodoxia catôlica, ya que, en 1926, una resoluciôn del Santo Oficio habia condenado una parte de la obra de Maurras. Nada mas lejos de la intention de los promotores de Acciôn Espanola que el aparecer en desacuerdo con la Iglesia catôlica, de la que, por el contrario, aspiraban a ser el mas genuino instrumento politico en tierra hispana. Ello llevô a Acciôn Espanola a manifestaciones de acatamiento sin réserva de la doctrina del pontifice – realizadas a menudo por el propio Vegas Latapie – y a evitar en lo posible las referencias explicitas a la figura de Maurras, produciéndose asi, con respecto a este, «un caso curioso de presencia viva y admirativa, como apoyatura ideolôgica, y de ocultamiento nominal tactico» . La referencia a Action Française también aparece en las comunicaciones de Herbette con el Quai d’Orsay, pero el embajador no la empleaba solo para referirse a Acciôn Espanola sino en general a la actitud de los catôlicos espanoles participantes en la vida politica de la Repûblica, en particular los tradicionalistas vascos y navarros que, segûn Herbette, imprimian a sus posiciones una vehemencia mas propia de la lucha de clases que del apostolado evangélico. Entendia el embajador que ese belicoso comportamiento contrastaba con la actitud, mas constructiva, del nuncio:

II y a là pour le Saint-Siège, si I ‘on tient compte des différences qui existent entre l ‘Espagne et la France, une cause de souci quelque peu analogue à celle que pouvait lui donner l ‘Action Française .

Lire la suite : http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/casa_0076-230x_1994_num_30_3_2713#

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